Etcétera

Cuando te piden que les escuches y luego escribas sobre ellos —«cuenta mi historia», te dicen—, ¿qué es lo que quieren que cuentes en realidad? No su historia, exactamente, no: su versión de su historia.

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Cómo cambia con el tiempo nuestra percepción de algunos escritores. Hace mucho que nos alejamos de ellos, pero no olvidamos la buena compañía que nos hicieron, todo lo que disfrutamos y aprendimos con sus libros.

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Con la edad voy poniendo menos comas. ¡La de comas que quitaría si pudiera volver atrás!

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La escritura y la corrección pueden ser agotadoras también por las decisiones que hay que tomar continuamente. ¿En cuántas y cuáles de ellas nos estaremos equivocando? Esta pregunta, que no nos abandona mientras escribimos o corregimos, produce una enorme tensión.

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La prosa naufraga cada vez que el escritor concluye una enumeración con un etcétera. Si me encuentro al final de una enumeración con un etcétera, me dan ganas de abandonar el libro. Propósito: evitar a los autores que cierran con etcéteras las enumeraciones. (Me disgusta siempre ver escrita esta palabra en novelas, ensayos, artículos, etcétera).

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El insoportable prestigio del alcohol en todo lo que tiene que ver con la literatura. ¡Cuánto menos literario no será —parecen pensar algunos— que los escritores y sus personajes beban agua o limonada en lugar de vino, ginebra, absenta o mezcal!

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Si alargamos sin fin la corrección de un manuscrito, no es porque seamos obsesivos y perfeccionistas (que lo somos), sino por no querer decirle adiós. ¡Hemos pasado ya tanto tiempo juntos que nos da miedo lo que vendrá después! ¿Cómo podremos vivir sin su compañía a diario? Seguiríamos corrigiéndolo…, eso, toda la vida.

(Imágenes de OpenClipart-Vectors en Pixabay).


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