La conciencia, a veces, cuando escribimos, de tener algo muy delicado entre las manos. La historia que queremos contar, el sentimiento que queremos transmitir… ¿Estaremos a su altura?
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Se busca novela que no «diseccione» nada «con precisión quirúrgica», como «con un bisturí». (Se buscan críticos literarios que no tomen siempre sus metáforas de la cirugía o la necropsia).
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No sé si fiarme mucho de los escritores que nunca sacrifican la verdad —incluso si es la mínima verdad de lo que sea que quieran decir en cada ocasión— por una frase bonita, efectista o que suene bien. En la textura de las palabras, en su dibujo y en su sonido, hay otra verdad. No sé si fiarme mucho de los escritores sordos a ella.
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El profundo, el impenetrable, el ensordecedor silencio de algunos amigos en torno a tus libros. Con ese silencio lo dicen todo, claro, aunque no sepas muy bien de qué se trata en cada caso. ¿No han comprado tu última novela? ¿No la han leído? ¿No les ha gustado? Nunca lo averiguarás, porque te atienes con rigor inquebrantable a una regla muy sencilla: no preguntarle a nadie si ha leído los libros que publicas, ni mucho menos si le han gustado. Así, hay reuniones en los que tus amigos y tú parecéis refinados personajes de alta comedia. Evitáis el tema con escrúpulo exquisito. Tú, para ahorrarles el momento embarazoso; ellos, para ahorrárselo a sí mismos.
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Ir conociendo a nuestros personajes a medida que escribimos sobre ellos. ¿Qué buscan, qué temen, qué anhelan, qué ignoran? ¿A dónde van? ¿Y quiénes son?
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«¡Qué bien se te dan las palabras, capullo!», me dijo por whatsapp cuando le envié unos fragmentos de aquel relato tan romántico. «Es bonito que tengas sentimientos en lo que escribes».
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Una frase apenas, un ritmo verbal, una música de palabras repetidas en las que late el corazón de la historia. La chispa que lo enciende todo, la dinamo que lo mueve después.
(Imágenes de OpenClipart-Vectors en Pixabay).
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Hola, Víctor.
«Estar a la altura» el temor de todos los que escriben.
«En la textura declas palabras,« en su dibujo y en su sonido hay otra verdad» Qué bonito y qué cierto !
El silencio de los amigos en estos casos es, sobre todo, doloroso.
Una amiga escritora me dijo lo que tú comentas, que los personajes tienen vida propia.
«¡Qué bien se te dan las palabras, capullo!» ¡buen piropo!
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¡Gracias, Lola!, qué gusto, siempre, contar con tu lectura y tus comentarios. Un abrazo fuerte.
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La chispa que lo enciende todo, precioso, Víctor, como todo el texto. Un placer leerte, un abrazo muyy grande.
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Muy agradecido, Lola. Tú conoces bien esa chispa… ¡Abrazos!
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