Confesiones

Tengo que hacer una confesión. Confieso que una mañana de mediados de septiembre de 1987 —tenía yo veinte años—, tomé un tren en Parma, hice conexión en Bolonia con otro que iba hacia Venecia y bajé en la estación de Ferrara. ¿Por qué fui allí, por qué pasé un día deambulando solo por la vieja… Seguir leyendo Confesiones