Escribir un libro es como subir una montaña.
Por más que uno camine (y es todo el rato cuesta arriba), parece siempre quedar muchísimo para la cumbre. Pero cada paso, cada palabra —cada sesión de escritura, por breve que sea— nos acerca un poco más.
Paciencia, fuerza, perseverancia. Fe. Es lo que hace falta. Y seguir andando, no hay más remedio.
Porque habrá momentos de desaliento. ¿De verdad llegaremos a la cima, a este paso…? Tendrá uno a veces la tentación de abandonar, de darse la vuelta y bajar por donde había venido.
Pero no: seguimos subiendo. Porque la historia que queremos contar tira ya de nosotros hacia arriba.
NOTA: En mi brevísimo Diario de Valvanera, de hace algún tiempo, ya apunté esta idea.
Siempre un placer seguir el ritmo de tus palabras.
Víctor tu escritura es un don, un privilegio y esta humilde lectora no puede mas que seguir agradeciéndote ese regalo.
Me gustaLe gusta a 1 persona
Muchas gracias a ti por tu comentario, Carmen, y por tu generosidad. Un abrazo.
Me gustaMe gusta