Tardan a veces las cosas lo suyo. Se toman su tiempo.
Una mañana de 1988 —terminaba el invierno—, compré en la tienda de discos que había en uno de los patios de Aurrerá, en Madrid, el LP que acababa de sacar Leonard Cohen, I’m Your Man.
Veinticinco años después, en 2013, sin saber muy bien por qué o para qué, conté en veinticinco breves textos y un estrambote, casi todo lo que me había pasado aquel año, y los encabecé con unos versos de una de las canciones de ese disco de Cohen:
And I can’t forget, I can’t forget.
I can’t forget, but I don’t remember what.
…
And I can´t forget, I can’t forget.
I can’t forget, but I don’t remember who.
Hoy, 29 de enero de 2021, he abierto con muchísima emoción el paquete con los ejemplares de mi Veinticinco de hace veinticinco, que acaba de publicar Newcastle Ediciones.
El librito lleva como añadido muy reciente un texto final titulado «Por amor» (¿no es por eso por lo que se escribe siempre?), y se cierra con otra cita de Leonard Cohen, en este caso de una de las canciones de su tercer álbum, Songs of Love and Hate:
Let’s sing another song, boys,
this one has grown old and bitter.
Las cosas a veces se toman su tiempo. Tardan… lo que tengan que tardar.
Han pasado casi ocho años desde que escribí Veinticinco de hace veinticinco, en el que quise unir vida y literatura, y más de treinta de todo aquello. Yo sigo acordándome del 88, y tarareo aún, de vez en cuando, la misma vieja y amarga canción.
NOTA: Una breve sinopsis de Veinticinco de hace veinticinco, el índice, un extracto y el enlace a una lista de Spotify con toda la música citada en el libro, están disponibles aquí.