Mi vida

Hoy, 23 de abril, es el Día Mundial del Libro y el Derecho de Autor.

 

Mi vida son los libros.

Cuando nací, ya estaban esperándome. ¿Me esperaban desde siempre?

Yo fui un niño feliz en una casa llena de libros, de los libros que leían con pasión mi padre y mi madre: la poesía, los ensayos, los relatos, las novelas.

Tuve la inmensa fortuna de criarme también en una librería, la Librería Denis de Málaga, que había abierto mi abuelo Juan. ¡Cuántos recuerdos bonitos!

Mi otro abuelo, Victoriano, era catedrático de lengua y literatura. Vivía entre libros, amaba a los clásicos, escribía poesía («…y el alma sueña alígera ilusión»).

Cartillas de lectura y antologías de poemas elaboró con esmero mi abuela Lola, «maestra nacional». Muchos aprendieron a leer con su ayuda.

La buena compañía de los libros va durando ya toda una vida…

Leí a oscuras en la cama, alumbrado por linterna clandestina. Leí con fervor en largas tardes de veranos que no tenían fin. Leí en el suelo, tumbado boca abajo, merendando pan con chocolate o mermelada. Leí con fiebre, en las repetidas enfermedades de la niñez. Leí subido a un árbol: a un ficus, a un níspero, a un algarrobo. Leí después también en bares y en bibliotecas, en trenes y en aviones, en parques y en playas, en tiendas de campaña y en habitaciones de hotel.

Leí con deseo, leí con entusiasmo, leí con algo parecido a la fe.

Leí sin parar de leer hasta que me dolieron los ojos, y después de leer, seguí leyendo.

Los libros me hicieron. Estoy hecho de libros.

De joven traduje algunos: conocí de primera mano los desvelos, el trabajo fatigoso y la enorme responsabilidad de quienes se dedican a la traducción.

Seguí los pasos de mi madre y me hice bibliotecario: diez años trabajé en la Biblioteca Nacional y en la coordinación y el progreso de las bibliotecas públicas.

Desde hace casi veinticinco me dedico a la defensa de los derechos de autor y a la remuneración a los creadores de la palabra escrita.

¿Cómo no estar agradecido a los libros por sus dones, por su luz, por su paciencia, por su hablarnos en voz baja y decirnos tantas cosas, por respetar nuestra soledad y hacerla mejor?

¿Cómo no estarles agradecido a quienes escriben los libros, a quienes los traducen, los editan, los corrigen, los ilustran, los diseñan y maquetan, a quienes los imprimen, a quienes los publican y los llevan de un lado para otro, a quienes los venden, a quienes los guardan, los ordenan y los prestan, a quienes los promocionan, los reseñan o informan sobre ellos?

¿Y cómo un autor —también he escrito libros: cinco, en los últimos años— podría no estarles agradecido a quienes leen libros?

La pasión por los libros ha colmado mi vida. La ha hecho más plena, más densa, más ancha, más rica, más libre, más pura, más bella.

Mi vida son los libros.

Los libros son mi vida.


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8 comentarios en “Mi vida”

  1. Cuánto me ha gustado saber un poco más de ti y cuánta envidia me ha dado tu infancia y esa posibilidad que has tenido de estar cerca de los libros y de querer y ser querido por personas que también los amaban.

    Un abrazo, Víctor.

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  2. Precioso, Víctor, ¡qué maravilla estar rodeado de esos libros y esa familia estupenda en tu infancia!
    Aunque las circunstancias sean diferentes, todos los que amamos los libros nos sentimos identificados con tu escrito y ese agradecimiento. Un abrazo.

    Le gusta a 1 persona

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