Colden por Colden

La semana pasada me concedí una entrevista a mí mismo. Aquí van las preguntas del impertinente entrevistador y las respuestas del confuso y por momentos no menos impertinente entrevistado.

Suena el timbre y abro la puerta. O me la abren, que para el caso… La primera impresión que tengo del hombre que veo frente a mí no es ni buena ni mala. Eso sí, me recuerda a alguien. Pero es solo una impresión. Lleva boca y nariz tapados por una mascarilla quirúrgica de color azul exactamente igual a la que llevo yo, así que apenas le veo los ojos pequeños, entre melancólicos y burlones (¿también algo orientales?), y la generosa frente. Qué digo, generosa: ¡generosísima!

Nombre y apellidos
Víctor Colden Miquis.

¿Miquis, como Alejandro, Augusto y Constantino, los personajes de Galdós?
Eso es.

¿Pero ese apellido es tuyo de verdad o forma parte de una especie de seudónimo?
Oiga, ¿por qué me tutea usted?

Hombre, conociéndonos como nos conocemos…
Yo a usted no le conozco de nada. Y usted a mí tampoco. En cualquier caso, le ruego que se atenga a la primera regla de una buena entrevista. ¡Nunca hay que tratar de tú al entrevistado!

Se me va a hacer un poco raro, pero si insiste… Empecemos. ¿De qué va usted, Colden?
Depende del día.

A ver si van a acusarle de veleta.
¡Me encantan las veletas!, tan inocentes, tan garbosas. Y qué aguante tienen, pueden con todo. O casi.

¿Fondo o forma? ¿Estilo o historia? No se me escabulla.
Ya estamos con las simplificaciones. Como si cuidar el estilo implicara necesariamente no tener nada que contar, y como si una cierta vis narrativa no pudiera ir acompañada del interés por la forma. Podría darle tantos ejemplos de lo uno y de lo otro… Además, en literatura hay muchas maneras distintas de ocuparse del estilo. Por otra parte, la categoría de las «cosas que pasan» es mucho más amplia de lo que algunos piensan. Así que me niego a jugar al juego que propone su falso y simplificador dilema.

¿Hay que tener una personalidad obsesiva para dedicarse a la escritura?
En materia literaria, toda generalización me chirría, así que me limitaré a responder que en mi caso sí hay algo de eso.

En uno de los textos de Gazeta de la melancolía, confiesa usted ser un escritor malo.
Vaya por Dios, veo que se ha dedicado a rebuscar para poder ponerme en evidencia. Pero si va a citarme, cíteme bien, hombre: «probablemente malo», escribí en el texto al que usted se refiere. Además ¡no hay que tomárselo todo al pie de la letra!

¿Cómo definiría usted su estilo?
Ni idea.

¿Por qué escribe? ¿Para qué?
Qué decepción: precisamente de usted no me esperaba esta pregunta. Digamos que escribo por la imposibilidad de no hacerlo.

¿Y para quién escribe?
¿Quiere decir además de para mí mismo? Para quien quiera leerme, claro. Para un puñado de amigos. Y para ella.

Hay, probablemente, personas muy queridas de usted que no leen sus libros, que no muestran el más mínimo interés. ¿Cómo lo lleva?
Menos mal que todo esto —lo de publicar, digo— me ha pillado ya en una edad provecta. Desengañado de antemano, descreído. Y no digo yo que hecho un modelo de virtudes, pero sí algo más comprensivo y tolerante, también conmigo mismo. Me ha costado, pero ahora ya sé que no todo el mundo va a querernos. Creo que a eso le llaman madurez.

Influencias y somníferos

¿Qué escritores han influido más en usted? ¿Cuáles son sus modelos literarios?
Mete usted las dos preguntas en una, pero son cosas distintas, ¿no? Puede uno tener como modelos literarios a escritores que, sin embargo, no le hayan influido mucho. Por otra parte, no sé si es uno siempre consciente de las influencias que ha recibido. Me gustaría creer que en mis páginas alguien podría encontrar trazas de Felipe Benítez Reyes y de Azorín, de Cunqueiro y de Marsé, de Atxaga y de Carmen Martín Gaite. Creo que en algunas cosas que he escrito están Patrick Modiano, Mujica Lainez y Umbral. Ojalá que también, no sé, Camba, Monterroso, Natalia Ginzburg o mi admirado Stevenson.

No es corta la nómina, no. Y vaya mejunje… ¿Algún escritor más?
En voz muy baja, para que no se me oiga mucho, añadiré a Proust.

¡Diga usted que sí!
Disculpe, ha sido un delirio momentáneo. No me lo tenga usted muy en cuenta y no se le ocurra transcribirlo en la entrevista.

¿Por qué ha empezado a publicar tan tarde, siendo ya casi un viejo?
Y sin casi.

Hagamos un repaso de su obra.
Le perdono a usted lo de «su obra» porque sé que lo dice solo para burlarse de mí. Digo…, de usted mismo. Es decir… Bueno, usted ya me entiende.

Tres libros en tres años. Inventario del paraíso en 2019, Gazeta de la melancolía en 2020 (los dos en Libros Canto y Cuento) y Veinticinco de hace veinticinco en 2021 (Newcastle Ediciones) ¿No le parece demasiado? ¿Debemos temer que nos endilgue, que nos propine, que nos inflija usted otro volumen en 2022?
Un respeto, por favor. Todavía no sé si habrá libro nuevo el año que viene.

Lo que sí sabrá usted es que hay quienes usan Gazeta de la melancolía como somnífero. Leen unas pocas páginas, o incluso solo dos o tres párrafos, y «como no pasa nada», dicen, caen a plomo.
¿Pero qué es esto, una entrevista o una broma pesada?

Su próximo libro será una novela que publicará la editorial Pre-Textos, según ha anunciado usted recientemente. ¿Qué puede decirnos de ella y cuándo podremos leerla?
Es una historia de amor adolescente en el Madrid de la Movida y los atentados de ETA. El narrador va descubriendo el deseo, la amistad, la soledad, la melancolía y la traición, así como la dificultad para conocerse a sí mismo y conocer a los demás. La novela también es una reflexión sobre los inicios y los finales, sobre el peso de la memoria en nuestras vidas y sobre el modo en que en ellas se entrelazan realidad y ficción. Me ilusiona mucho que la publique Pre-Textos, me siento muy honrado. Saldrá en el curso 2022-2023, todavía no hay una fecha precisa.

¿Es una novela autobiográfica?
Es una novela.

¿Y el título?
Prefiero no darlo a conocer todavía.

¿Qué está escribiendo ahora?
Un soliloquio.

¿Puede ser más preciso? Denos algún detalle.
Es el soliloquio de un caminante. Algo así.

Más contradicciones

Cambiemos de tema. ¿No es una contradicción estar todo el día hablando de silencio y soledad… en las redes sociales?
Lo es, sí señor.

Dicen que es usted un poco misterioso. Que no le gusta contarlo todo, que se guarda cosas para sí.
Usted sabrá.

No eluda la pregunta.
En el prurito de contarlo todo veo a veces la mejor táctica de ocultación. Yo callo o escondo de otra manera.

¿Su infancia son recuerdos de un patio de Sevilla?
De Málaga.

Se rumorea que es usted del Atleti.
Y a mucha honra. Vamos ya curtidos.

¿Qué opina usted de…?
Nada, no opino nada.

Pero si no me ha dejado terminar la pregunta.
Disculpe, pero ¿qué sé yo de cosa alguna?

Insisto: ¿qué opina usted del auge de la llamada autoficción?
¡Que cada cual haga lo que quiera!

Ha declarado usted en alguna ocasión no haber escrito nunca poesía. Confiese la verdad, ahora que le doy una oportunidad para hacerlo en público.
¿Conque esas tenemos? Va usted de listillo. A ver si voy a sacar yo ahora sus trapos sucios… Lo mío es la prosa. Eso sí, de vez en cuando me divierte insertar en ella algún endecasílabo más o menos bien medido.

Es usted un poeta, insisten algunos.
Sin insultar, oiga, que yo a usted no le he insultado.

Ya para terminar: ¿quién es Colden?
¿Y usted me lo pregunta? Colden es… otra sombra.

4 comentarios en “Colden por Colden”

  1. Hola Víctor Descubrirse a sí mismo es a veces complicado por lo que tiene de sorpresa el descubrimiento. Como siempre impecable. Feliz largo fin de semana, escritor. Un abrazo

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